Entre la Razón y la locura estoy yo, entre mi realidad y mi fantasia estas tú, éste es el juego de mi vida.
ivonne, mis dulces labios de miel, mis alas de plata, no sé jugar este juego, siempre con el corazón en la mano, siempre con el corazón por delante, nunca sé que busco, no sé qué espero, pero siempre salgo perdiendo, siempre salgo dañado, no sé como cerrar este capítulo.


30/11/11


Despértares

La tarde del 5 de nov-11
-Qué hora és?
Desperté al escuchar tu voz suave y lejana, todo era como un sueño, me levanté de la cama confundido, y al ver el relog, te dije:
-son las 6!
mi pensamiento era lento y retardado, pero alcancé a advertir que era imposible, según mi conciencia, ya habían pasado varias horas, y el relog no se había movido y, sin embargo, no estaba parado seguía caminando, y no había pasado el tiempo. Volví a mirar el relog, y extrañado te volví a decir:
-son las 6.- dudoso y sorprendido, me colocaba nuevamente entre tus piernas, y abrazándote te decía al oído susurrando:
-Qué esta pasando! en qué momento se detuvo el tiempo.
Pero al sentir tu tibia piel de seda, olvidé ese detalle y, volvimos a hacer el amor, sólo concentrados en eso.
La habitación era todo el universo, podía elevar los brazos y tocar las estrellas, tocar las paredes de la habitación sin moverme del lugar.
Podía volar en un instante desde un rincón de la noche hasta ese fugaz punto brillante de tus ojos fríos, desde el tíbio amanecer de tus húmedos labios deseosos, hasta el dulce gémido de tu alma envelecida.
Se había detenido el tiempo, mientras estábamos juntos, la luz tenía un brillo especial, como el de tus ojos negros, ténue y estática, tus palabras flotaban hasta mi alma; Te hé dicho mil veces que mi corazón no late? pues ahora tiene más movimiento que mi sangre, que mis palabras, que mi pensamiento, que el mismo tiempo. Pero en ese momentono no me importaba nada, y regresé a esconderme a tus ojos negros, recorreindo tu piel hásta el ínfinito, respirando tu aliento que consumía mi alma.
Volví a escuchar tu dulce y lejana voz.
-Que hora és?
Al mirar el relog, nuevamente te dije-son las seis- susurrando
mientras callaba tus labios húmedos con los mios.
-Qué hora és?

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